Me dije entonces: qué va, ya que estamos. Adentro de este submundo en el que el sexo, las drogas y el rock and roll fueron vilmente malinterpretados como embarazos precoces, chespi y reggaeton; cualquier cosa podía suceder, además sabiendo que todavía desconocía qué tipo de estupefaciente me dio de tomar esa bandida.
Entré al baño para mear y ahí antes de hacer mis necesidades me acorrala una pandilla de wachiturros violentos, eran como cuatro o cinco. Pillaron tan rápido que no era uno de los suyos y rápidamente me intentan desbolsillar los pendejos.
Siempre tuve complejo de héroe ante estas situaciones, pero nunca antes estuve frente a tantos maleantes al mismo tiempo.
Comentarios