Random Foto ilustrativa

Publicado el 17/08/2012 | por Vidal D.

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La vecina que está re bien

Basado en hechos reales.

En el barrio de Carlos no pasan muchas cosas. Todos los días parece Semana Santa por ahí, solo hay ruido cuando se tiran bombas a fin de año y cuando meten goles Cerro y Olimpia, después no pasa nada. Es un barrio de viejas chismosas y señores amarretes. No hay demasiadas distracciones por la calle más que sentarse en la vereda a tomar tereré y criticar la pinta de la gente que pasa.

Resultase que las pocas chicas que hay por acá ya están comprometidas y es una verdadera lástima que él pertenezca a ese porcentaje mínimo de boludos que respeta las relaciones ajenas. Si esas chicas pudieran adivinar el obvio futuro que les espera con esos giles, se ahorrarían saliva de tantas apretadas en vano y lágrimas de cocodrilo. Es que casi siempre se cumple el mismo ciclo con los amores de colegio: se conocen-todos los mensajes terminan con “tqm”-apriete ramo-aburrimiento-cuernos-fin.

Como sea, se acaba de mudar a cuadras de su casa, una familia que parece que salió de una publicidad de McDonald’s, todos blancos y relucientes, si se prestara la debida atención hasta se podía escuchar un aura celestial al pasar frente a la casa de estos nuevos vecinos. Era una familia promedio compuesta por cuatro personas, encabezada por el padre contador, la mamá farmacéutica, el hijo menor de 7 años que aún no sabe un huevo de la vida y la hija de aproximadamente 18 años, pasaba la prueba de los 50 kilos y oh por Dios.

Era hermosa, de pelo largo castaño, ojos marrones, piernas largas, una fisonomía de modelo internacional, no como esas de discoteca, y con eso me estoy refiriendo a que no tenía pechos grandes, ni cola voluminosa. Tenía todo en la medida perfecta y una sonrisa que te hacia el día por más de que esté lloviendo torrencial y le acababa de atropellar un Scania a tu papá. Era la Bar Refaeli de los pobres, bueno, ella no era pobre así que más bien era para los pobres.

Un sábado de tarde, Carlos se encontraba jugando fútbol en la canchita frente a la capilla con sus socios del barrio y en un momento dado le tocó quedarse en el arco, odia ser arquero porque se desconcentra por cualquier cosa, en una de esas miradas al exterior ve salir de la iglesia a la familia de vecinos nuevos, aparentemente son unos puristas que van regularmente a la iglesia, se confiesan una vez al mes y echan billetes de Gs. 50.000 cuando es el momento de la ofrenda.

Le entra gol como era de esperarse, el totalmente embobado por la hija de la familia, uno que jugaba de su lado le dice:

-Nde tavy pio? atendena tu partido, gil.

-Le estaba mirando nomás a esos vecinos nuevos, son algo raros.

-Mba’e? japiro! atende atu y deja de hacerte del mongo.

-¿No ves la pinta que tienen? ¿Qué pio hacen en la capilla a esta hora?

-Y han de ser los Flanders, boludo.

Desde ahí toda la perrada le bautizo a esta familia como “Los Flanders”. A diferencia de los vecinos de los Simpsons, ellos no tenían a alguien que estaba tan fuerte como esta chica dentro de su familia.

Tres días después, Carlos pasa cerca de la casa de esta chica con intenciones meramente stalkeativas por lo que pasa bien despacio y qué pedo tuvo, ahí estaba ella sentada sola en su patio, con ropa de entre casa, una blusa y un shortcito de jeans. Como a el más le gusta.

Le superó totalmente, era demasiado sexy, pero no terminaba ahí, pilló que la estaba mirando y el esperaba lo usual, que le mire con cara de culo y entre a su casa, se lo iba a merecer por baboso, pero no, la tipa le hizo ojito y se mordió los labios. Esa acción era a prueba de eyaculadores precoces, estuvo a punto de aplazarse hasta que se escucha desde el interior de su casa que la madre le grita: “¡Rosa, ya está la cena, vení py!”.

“Rosa. Oh Rosa, la primorosa. Ay Rosa, Rosa tan maravillosa, como blanca diosa, como flor hermosa, tu amor me condena a la dulce pena de sufriiiiiir. Ay Rosa que me haces cantar boludeces la puta madre, qué bien que ya estás Dio’ no guarde”, decía en su cabeza Carlos mientras se alejaba del lugar de los hechos. Su cerebro estaba rebosando de piropos albañiles en ese momento, eso de que quisiera que fueras una pizza para poder partirte en 8 se quedaba cortito.

Fue amor a primera vista, le estaba provocando la hija de puta, y vaya que le iba a encontrar. Se armó de valor al día siguiente para llegar a su casa y encararla como gran macho alfa. Llego frente a su hogar y ¿con qué se encontró? una casa deshabitada. Pensó por dos segundos que tal vez hayan salido a algún lado pero al tercer segundo le echó una mejor mirada a la fachada y vió un cartel que lo condenó.

Ese cartel sirvió de epígrafe para una relación que podría haber existido hasta la eternidad, sus hijos iban a ser hermosos, una se iba a llamar Bianca y el varoncito Ulises. Si, él estaba pensando en todo eso durante el camino pero ya no importa, se fue todo al carajo, el cartel decía: “SE ALQUILA”.

Quien sabe donde se habrá metido esa gente tan linda, no había pasado ni una semana que se mudaron, no hay explicación para saber qué concha pasó con ellos… OK, jamás le importó su familia, solo estaba por Rosa, él no podía dejarla ir así nomás de su vida, sentía que tenía que contactar con ella de vuelta, esas miradas que intercambiaron significaron todo para el, sabiendo que la mayor muestra de cariño que recibió en este barrio fue cuando le abrazó a una vecinita por su cumple hace dos años por ahí. “¡Sentí sus pechos!”, dice Carlos cada vez que cuenta esa anécdota.

Entonces empezó su búsqueda que fue muy ardua para los tiempos que corren actualmente. El único dato que tenía de ella era que se llamaba Rosa y no fue nada bueno buscarla así en Facebook, así que probó tipeando “Rosa Flanders” en el buscador y kore, los resultados fueron desalentadores hasta que se rindió. Por no haber sabido su apellido, este hombrecito seguía siendo virgen. “Tal vez eso era lo que Rosa quería para mí”, comentó como premio consuelo el boludo.

Moraleja: llamemos a las cosas por su nombre. Al pan, pan; a Rosa, una reverenda calientapavas; y al pito de Carlos, un arma de destrucción masiva, lo llamó Juanito.

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Sobre el autor

Anti fair play. Dona textos en Rock en Paraguay, The Ventan y en la revista La Factory. Seguile en Twitter, está como @vidaldel92, de vez en cuando suele decir cosas súper interesantes que te van a cambiar la vida.



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