El Dictador: ese racista que llevamos dentro
Sacha Baron Cohen se volvió un experto en la provocación, ya no sorprende que el sorprenda. Al estar él en el protagónico de una cinta podemos esperar lo peor en materia de humor negro, las armas más sucias que podrás imaginar. Esas que te van a dejar con la boca abierta gritando: “¡¿Cómo hicieron para filmar algo así?!”.
Su última producción fue Brüno, un personaje extremadamente gay que andaba por la vida exhibiendo su putez a los cuatro vientos y con mayor fuerza en los lugares más conservadores. El punto límite de aquella cinta -poco difundida por estos lares, no sabemos la culpa de quien fue esto- fue el primer plano de una pija parada dando vuelta en círculos hasta que se detiene apuntando directamente a la cámara para saludar. Tal vez fue por eso que no llego al cine de acá.
En El Dictador nos metemos de lleno en las peripecias del General Aladeen, dictador racista, machista, explotador, anti-occidental, que va a los Estados Unidos para limpiar su imagen a las Naciones Unidas que lo denuncian por motivos obvios, es el dictador más repudiado de todos, y viene de familia eso, ya que asumió como líder de Wadiya a los 6 años luego de que hayan matado “accidentalmente” a su padre en una cacería de rutina (le agarraron 97 balas y una granada… sin querer).
“Estamos a 2 meses de enriquecer uranio apto para hacer armas que serán usadas para fines pacíficos”
A diferencia de Borat y Brüno que se paseaban con supuestas personas comunes y corrientes, en esta sabemos que el personaje principal interactúa con otros actores, por lo que se aleja de ese tipo de género que era un híbrido entre comedia y documental. Este general despiadado es otra careta más que usa Cohen para guiar al espectador, dejándolo como una persona que disfruta del racismo (porque todos lo somos en menor o mayor porcentaje) y odia la opinión de los demás.
Lo mejor de las películas de Sacha a pesar de una barrabasada tras otra que pueda cometar por minuto es su crítica social a todas las conductas preconcebidas como buenas que tenemos, el se burla de eso a la par de burlarse de nosotros sin asco. El discurso final que hace en contra de la democracia es la antítesis del discurso que da Charles Chaplin en su película de 1940, “El Gran Dictador”.
“¿Vas a tener un varón o un aborto?”
Es difícil no estrujarse de risa sin sentir un poquito de culpa. Mi recomendación sería quitarse todos los prejuicios de encima. Para verla entre muchos, conseguir amigos de mente bien abierta y voilá, te hice el día.
Comentarios