La era del spoiler: ¡NO ME CAGUEN EL FINAL!
Es redundante decir que estamos en la era de Internet. Prueba de que nos estamos volviendo viejos, ya no es ninguna novedad, tanto que los niños de hoy en día ya nacen conociendo cómo usar y maltratar sus computadoras y teléfonos inteligentes. Genética, bendita teoría de la evolución.
Esta invención se nos instaló en nuestras vidas haciéndonos creer que sin ella no podemos sobrevivir. Reemplazamos técnicas sobre cómo cazar en los bosques y evitar que osos -perdón, estamos en Paraguay- kurijúes nos devoren para centrarnos en mil y una técnicas para hablar y escribir en nuestros teléfonos sin gastar saldo (¿todavía existen los mensajes de texto?), encontrar wi-fi donde sea, tener innecesarias aplicaciones e informar a todo el mundo donde nos encontramos.
No les voy a negar que la bendita tecnología nos provee ventajas que nuestros antecesores envidian. Pero si en algo tienen derecho a festejar, es el haber vivido desconectado y disfrutaron los pequeños entretenimientos de la vida.
Suena irónico decir que no podemos disfrutar las delicias que nos ofrece el arte en una época donde todo tiene lugar para ser mostrado. Tenemos acceso a películas de todo el mundo, no solo las que nuestras tacañas distribuidoras se dignan a traer. Escuchamos artistas de tierras lejanas, jugamos videojuegos de antaño en nuestras PCs y ya no supone una enorme barrera conocer de qué se habla en otros idiomas.
Pero aparentemente esta facilidad nos depara una muy mbore consecuencia: todo pasa tan rápido. Ni siquiera llegan los productos, y ya sabemos todas sus características y los detalles más resguardados son fácilmente divulgados (leaked, si tanto quieren sonar anglos).
Esperar por la secuela de tu película favorita puede depararte un muy mal rato sabiendo, gracias a los tweets del director, en qué está basada, qué personajes aparecerán o cuales no lo volverán a hacer y qué momento te dejará impactado por la muerte de tu héroe o la revelación de quién es su padre. Claro que no toda la información esconde esta clase de secretos, pero el amplio espectro de las redes impide saber si al hacer un simple clic saltará la imagen del villano revelando ser aquél guardia al que nadie dio pelota en la película. Lejanos los tiempos en que cierta película espacial de cierta lejana galaxia en guerra dejaba el giro narrativo más impactante de la historia (convertido hoy en fuente inagotable de parodias y mercadotecnia).
No ayuda mucho el hecho de que somos patológicamente impacientes. No estamos en condiciones de esperar meses o años para saber qué pasará luego con nuestras franquicias favoritas, o con la consola que reemplazará la costosa máquina que tenemos ahora y que no usamos en su totalidad. Queremos más, y como no tenemos lo que queremos, queremos saberlo todo antes de que llegue.
Consecuencia: cuando llega no hay sorpresa alguna e inmediatamente esperamos la siguiente gran cosa. De ahí llegamos a un tiempo en que la anticipación ha hecho que muchos juegos, películas, álbumes, etc., lleguen a nuestras vidas con una sensación de vacío porque a. ya sabíamos que tendrían, b. no están a la altura de lo que se nos había anticipado, y c. no se corresponden con lo que nuestras mentes esperaban. Esto nos deja con la injusticia de obras brillantes siendo atacadas por no ser lo que se pensaba que serían, aún cuando son buenas.
Voy a ser el primero en admitir que no todos sufrimos igual. Están los que son lo suficientemente pacientes o desinteresados como para dar bola a las noticias. Están los que deliberadamente buscan spoilers porque no les gusta no saber las cosas. Y estamos los que intentamos tener el mejor provecho de nuestros productos favoritos, pero pecamos de impacientes.
Entonces, ¿solución? Vivir bajo una roca. Hablando en serio es una cuestión de saber no hurgar donde no se debiera. Los conocedores saben qué páginas evitar, y los no habituados no saben dónde buscar, así que están relativamente a salvo. Pero también, dentro de todo esto es entretenimiento y no el estudio del cáncer o la búsqueda de la paz mundial (algún día la continuaré).
Por cada película que sentimos que nos han sido aguadas existen otras más que nos entretendrán. Y en algunos casos los spoilers ayudan a que una obra aburrida de pronto nos abra la mente y divierta. No es un asunto de vida o muerte después de todo (¿lo es?). No estamos hablando de fútbol al menos.
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