Live! Robert Smith!

Publicado el 10/04/2013 | por Vidal D.

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The Cure: lo mejor que le pasó al Paraguay

Me atrevo a tirar ese titular, tan equivocado no voy a llegar a estar. La banda más emblemática del post punk (uno de los géneros que más satisfacciones sensoriales me ha causado) se vino al Jockey Club por primera vez a nuestro país. 202 años tuvo que esperar esta tierra maldita para recibir a The Cure, agrupación con más de 40 años en el ruedo, o sea, demasiada experiencia para ser tragada en nada más y nada menos que 3 horas de recital.

Claro que hubo un preludio dichoso antes de hacer historia, dos grupos de acá se encargaron de eso con justicia. Uno de ellos fue Tribu Sónica, un grupo relativamente nuevo que mezcla sonido industrial con buen pop rock, fue eso lo que escuché anoche y la verdad que me gustó, ya había escuchado buenas críticas de ellos desde hace tiempo, ahora entiendo todo.

Estuvo todo muy lindo pero Deliverans… con ellos se entró al clima de la fiesta. Nunca antes estuvieron tan acertados con la elección de un telonero. Es que esta era LA BANDA que debía abrir el show de The Cure, todos lo pedimos, no podía ser otra, así de obligatoria la cosa.

Temas como “Serpiente Cascabel” y “When I’m Alone” sirvieron para ponerse nostálgicos y recordar qué buenos años y que buena música hubo en los 90s por aquí. La perfomance de Deliverans fue ovacionada y coreada por los presentes. El vocalista Neine Heisecke dedicó la presentación a Luis “Laucha” Arce, ex baterista de la banda que pasó a mejor vida en el 2006.

Debo admitir que era la primera vez que veía a Deliverans en vivo y fue impresionante, espero ir a un concierto exclusivo de ellos lo más pronto posible, necesito escucharlos más y tener todos sus discos. Sin dudas una de las mejores agrupaciones paridas acá que tuve el honor de escuchar (¡¡¡esos terribles teclados!!!).

Se venía The Cure y no solos, trajeron al director Tim Pope junto a ellos, se vino para documentar todos los pormenores de la gira latinoamericana de estos señores, o sea, vamos a salir en un DVD dentro de poco. Por suerte ya estaba enterado de eso antes y me fui lindito al recital. Y entonces empezó, aparecieron Robert y sus amigos a restregarnos por nuestras caras lo que en sus años de experiencia habían aprendido arriba del escenario.

El arranque empezó calmo para luego ir subiendo las emociones hasta llegar a la cuarta canción, el primer tema que la sabíamos todos de memoria, “Lovesong” o cómo erizar automáticamente la piel de más de 20 mil personas. Los surcos por los que se paseaban en cuanto a sonido eran inexplicables. Pasábamos de cantarle al amor a caminar por la completa y fría oscuridad de “A Forest”, el final de esta con los aplausos al unísono con las puntadas de bajo. Magnifique.

Robert no interactuó con su público que estuvo dispuesto a brindarle todo su cariño (?) pero por lo visto, no hacía falta, con sus gesticulaciones y excéntricos pasos de baile ya estábamos. Con “Just Like Heaven” me pasó algo que me cuesta aceptar: lloré. Es demasiado sentimiento cargado en una sola canción, se me hace un nudo en la garganta cada vez que le prestó la debida atención en mi reproductor o en la radio. Primera vez que me ocurre esto en un concierto, Mr. Smith, me desvirginaste el ojo (?).

Evidentemente de las 38 canciones que se tocaron, no todas fueron conocidas por el oído popular, y eso no fue en absoluto un punto en contra. Era en esos temas los que nos quedábamos mirándonos unos a los otros y no pudiendo creer el viaje psicodélico al que nos estaban llevando y si te dejabas ir por completo, te llevaba pero mal al carajo.

“Closet o Me” y “The Caterpillar” pusieron la nota alta de jovialidad a la noche que estaba como que se ponía más oscura que de costumbre. El costado synthpopero estuvo presente en las maravillosas “In Between Days” y “The Walk”, una cátedra tras otra de cómo dejar embobada a tu audiencia sólo utilizando tu música.

Un dato poco interesante pero del que me percaté es que mientras a Robert se le corría el maquillaje por el sudor ya en las primeras 10 canciones, el bajista Simon Gallup era el que se encontraba en mejor forma que los demás integrantes. Fue el más movedizo de todos, hasta parecía alguien fuera del grupo. Peo igual, no supera a Robertito que tiene la voz intacta, dirán que está hecho mierda pero lo único que de verdad importa lo conserva bastante bien.

Hubo 2 bises como para quien no quiere la cosa, la primera con un tridente de temas para los más entendidos y en la segunda tiraron la casa por la ventana, allí metieron a “The Lovecats” por ejemplo y el cierre majestuoso y bien para arriba con la añorada “Boys Don’t Cry”, aquel primer sencillo de su primer disco “10:15 Saturday Night” y por último una versión rabiosa y enérgica de “Killing an Arab”.

Pude divisar muchos grupos de padres e hijos que fueron a ver juntos este concierto, fue una experiencia que vivirá en la inmortalidad de los fans y no tan fans y los no fans que quieren volverse fans después de esto. En fin, para describir lo vivido en la noche del 9 de abril en el Jockey, me van a faltar siempre las palabras… y eso que no mencione a “Friday I’m In Love” y “Pictures of You”, ¡uuuuuh, lo que fue eso!

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Sobre el autor

Anti fair play. Dona textos en Rock en Paraguay, The Ventan y en la revista La Factory. Seguile en Twitter, está como @vidaldel92, de vez en cuando suele decir cosas súper interesantes que te van a cambiar la vida.



One Response to The Cure: lo mejor que le pasó al Paraguay

  1. fabiola ojeda sosa says:

    me encantan tus artículos son simpáticos pero genuinos, me emocione tanto que en honor a la verdad ningún comentario le hace justicia a asistir a estos recitales de GRUPOS que trascienden mas allá de las modas o de la industria musical, fui infinitamente feliz una vez mas……

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