Qué noche la de anoche [Elegí tu destino]
La onda era ir a divertirse, aunque lo cierto es que mi tipo favorito de diversión no es la joda en lugares oscuros con música tan fuerte y repetitiva, uno trata de crear vínculos y conocer nueva gente pero en esos lugares no están dadas las condiciones.
Como sea, nos fuimos entre tres ñatos a un local nocturno hacia Fernando de la Mora donde suele frecuentar mi socio de la facultad, Carlitos, que nos había invitado para distraernos un poco y conocernos un poco más en un ambiente lejano a la universidad. La motivación principal: nos iba a presentar a unas trolas, bien. Nos las presenta, mal.
Para que se hagan una idea, tenían el aspecto de señoras que trabajaban en algún call center. Parecía que estábamos en un episodio de Catfish, sólo que con estas nunca antes nos habíamos comunicado ni por señales de humo.
Eran tres mujeres (“una para cada uno kp” nos susurró Carlitos cuando se estaban acercando a nosotros) rozando la tercera edad, nosotros recién arrancando la segunda. Eran dos rubias y una morocha, esto en mis adentros, no era un motivo de festejo ya que nací un poco quisquilloso, todavía no puedo definir si eso es una virtud o defecto mío. Bue, lo que sí que al toque noto las ojeras y el desaliñamiento en todas ellas. Una más petera que la otra, juzgándolas por sus facciones.
Ya sé que buscar a gente “de mi tipo” se me complica un poco yendo a ese tipo de lugares donde pasan Don Omar antes de las 12 y ya para las 2 AM habré escuchado 76 veces la corneta que suena en posiblemente toda la discografía de Pitbull. Fui consciente, sólo por ello accedí a salirme del personaje antisocial que interpreto con audacia todos los días y me deje llevar por Carlitos y sus paquitas por una noche. ¿Qué tan malo podría resultar?
Ya estamos bien metidos en lo nuestro, ya era tipo las 2 y media, me voy a la barra con una de las rubias para pedir birra, noté desde bien temprano que ella me eligió como su “pareja de la noche”. Para mi yeta era la más zarrapastrosa de las tres y no paraba de fumar (que tiren su humo cerca de mi cara está si o si en el Top10 de cosas que más me irritan de la vida), yo ya estaba ideando unos planes para deshacerme de ella.
Banqué la cerveza, nos fuimos hacia donde estaban mis amigos y sus levantes, todos chochos bailando y con certeza de que esto acabe en final feliz. Por otro lado, mi panorama lo noté más sombrío, por algo esta rubia tenía peor pinta que las otras dos. Me percato que le mete una pastilla al vaso en el que estábamos tomando. Encima cuando termina de hacer eso me sonríe la hija de puta como si fuera lo más normal del mundo.
Me entró un pánico terrible y el vaso estaba llegando a mí poder, ¿qué mierda hago?
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