Vi a Foals en vivo y te cuento cómo fue
Situémonos en el espacio y tiempo: Puerto Madero, en la Costanera Sur de Buenos Aires. 21:30 hs., acababa de culminar la trompada en la cara que fue el concierto de Queens of the Stone Age. Aproximadamente a 12 kilómetros de allí, en el centro mismo de la capital bonaerense se iba a llevar a cabo esa misma noche, otro fenómeno sin precedentes para quien escribe estas líneas.
Para las 11 de la noche estaba programado en el Teatro Vorterix (el local de eventos de Mario Pergolini) el toque de Foals, la agrupación de math rock proveniente de Oxford, Inglaterra y que hace unos años nos viene maravillando a unos cuantos por acá. Sería la segunda visita de ellos al país argento, aunque la primera como que no cuenta ya que jugaron muy de visitantes teloneando a Red Hot en la cancha de River en el 2011.
Y bueno, no sé cómo pero lo que quedó de mí luego del primer día del festival ese llegaron al lugar donde Yannis Philippakis y sus amigos iban a tocar. Ya metidos ahí se entraba en la onda con un gran set de indie rock que sonaba fuertísimo en los parlantes, lo bueno de haber llegado sobre la hora es que la espera fue corta, después de un rato de haber llegado se subían estos seres magníficos a hacer lo suyo.
La fiesta arranca con el instrumental “Prelude” que es eso precisamente, un preludio a algo demasiado bueno para ser verdad y que sólo pocas personas pueden darse el lujo de presenciar. Sube solo al escenario el guitarrista Jimmy Smith y empieza a ejecutar las primeras notas, a los pocos segundos lo acompaña el baterista Jack Bevan y después ya se suma el resto del equipo hasta que se desata la euforia con la eminencia de Yannis, líder, guitarra y voz.
Lo que marca la abismal diferencia de Foals por el resto de las demás bandas del mercado británico activos en la actualidad es la instrumentación que se mandan, llegan a dimensiones celestiales ya en las versiones de estudio y en las versiones en vivo se tornan indescriptibles.
Como había leído no sé adónde hace poco, decir que hubo “picos altos” al describir algún show, sería como decir que lo que vino antes y después de aquel pico no estuvo a su altura. Por lo que no caería en ese error esta vez. El recital de Foals fue excelente bajo cualquier punto de vista. Tuvo sus momentos de emotividad (el inicio de “Blue Blood”, mamita querida) y su espacio para el pogo descontrolado (qué buen papel jugó el rabioso “Inhaler” aquí).
Hubo un par de momentos imborrables que como fan de la banda hicieron que ya no pueda pedirles más nada. Yannis tuvo mucho que ver con eso. Se tiró 2 veces del escenario el enano temerario, en una de ellas fue durante el éxtasis sonoro que se arma en “Providence”, para mí ya es el tema del año que se encuentra en Holy Fire, mi disco favorito de lo que va del 2013. Atendé lo que fue eso.
El súmmum de la felicidad llegó al final, para el último tema “Two Steps Twice”, en donde Philippakis baja nuevamente del escenario con su guitarra y empieza a pasearse a centímetros de su mortal público hasta que se para a milímetros de mí y yo por inercia lo primero que hago es tocarle el jopo, luego se da la vuelta y le toco la espalda como si fuera la virgen de Caacupé, no sabía lo homosexual que podía llegar a ser hasta ese entonces.
Incendiarios estos muchachos en vivo. Son una máquina que te mandan directo al paraíso. Yo vine a verlos porque me gustaban pero era algo desinteresado, al salir de allí surgió el amor. Hay conciertos inolvidables, es una obligación mía que arriba de todos esos ubique al de Foals.
jaja buenisimo!!!
Encontré este post un poco tarde. Yo también me fuí directo de Costanera hasta Vorterix. Y comparto en que nació el amor con el publico que estaba ahí, uno de los shows de mi vida. Por suerte , en unos meses lo volveremos a ver. Abrazo.